Lo que tenían enfrente no eran ningunos machos, eran ellas mismas que se estaban reflejando en el espejo de una ventana

Lo que tenían enfrente no eran ningunos machos, eran ellas mismas que se estaban reflejando en el espejo de una ventana
Por primera vez se encuentran en una disyuntiva justificada
Gracias a sus paredes grafiteadas, cientos de mujeres pudieron estar seguras y protegerse del peligro
“Debe olvidarse de las reglas que le impone la sociedad para ser ella misma, y atacarse a nuestras reglas de encuerarse y no depilarse para evitar darle gusto a los machos”, comentaron las feministas sobre su expulsión