Asociación feminista expulsa a integrante por no ser físicamente fea

México.- Gran sorpresa experimenta Lucía Navarro, una joven de 23 años de edad, luego de que sin ninguna razón fue expulsada de la Asociación Feminista “Pelos coloridos de poder”, a la que intentó integrarse para luchar por la aceptación de las mujeres, sin imaginarse que serían las mismas mujeres las que le darían la espalda.

Lucía menciona “estar harta de vivir la desigualdad de género ya que “por ser físicamente atractiva todos la ven como un objeto” y ha sufrió agresiones de todo tipo, sin embargo jamás pensó que en la asociación feminista sufriría otra agresión: la envidia.

Navarro señala que cuando llegó a la asociación la mitad de las integrantes se pusieron rojas del coraje (al ver que era guapa), y la otra mitad comenzó a mojarse los labios y devorarla con la mirada:

“Muchos hombres no lo entienden, pero las mujeres realmente estamos en un nivel inferior: el hecho de ser vulnerables y sufrir más agresiones refleja que no estamos ni de cerca a estar al nivel de los hombres. Estoy harta de salir con miedo a la calle porque siempre me gritan cosas, fui a la institución para luchar por acabar con la desigualdad, pero jamás pensé que me sentiría más segregada estando en un lugar donde supuestamente sería protegida y comprendida”, relató.

La mujer comenta que al mirarla, las feminazis feministas inmediatamente le preguntaron en forma grosera que: “todas las integrantes eran gorditas, con pelo corto y lentes de pasta gruesa. Tenían un cuerpo descuidado y todas se vestían con pants y playeras de pinturas COMEX u otra ropa sencilla. A mí no me importó, pero por lo visto las que se sintieron incomodas fueron ellas.

Las que no me devoraban con la mirada y se mojaban los labios cuando me veían, se portaron groseras diciendo que yo no sabía lo que era ser segregada porque no estaba tan gacha. Les dije que precisamente por eso yo me sentía más vulnerable, y me dijeron que levantar pasiones en los hombres no es el verdadero problema de las hembras, asegurado que el verdadero problema es que no les permitan salir a la calle encuerdas y mostrando los pelos en las axilas sin ser señaladas”, comentó.

Lucía que la obligaron a lucir “ropa más vieja y holgada”, así como obligatoriamente utilizar lentes de pasta, y si no se cortaba el cabello por lo menos debía recogérselo:

“Lejos de sentirme protegida sentí como si quisieran transformarme o también me rechazarían. El mayor problema comenzó cuando me dijeron que me encuerara, ya que si no lo hacía era porque tenía un complejo hacia mi cuerpo por culpa del heteropatriarcado”, relató.

Navarro señala que la situación se empeoró cuando comenzaron a obligarla cambiar su mentalidad: “llevaron unas tablas de a próximamente un metro de alto por 30 cm de ancho y me preguntaron que veía, y obviamente les dije que una tabla. Todas comenzaron a hacer una expresión como de que estaba bien estúpida, y tras no saber que querían que les dijera me gritaron que era un falo.

Posteriormente sacaron un lapicero y me volvieron a preguntar que veía, les dije que un lapicero y nuevamente me tacharon de estúpida diciendo que era otro falo pero más chiquito. Al final querían que todo lo viera en forma de pene diciendo que no quería luchar por su causa porque no veía que todo en el mundo eran símbolos masculinos para subyugarnos.

En se momento me dijeron que me fuera y regresara al día siguiente, argumentando que habían decidido no aceptarme ya que además de no querer encuerarme, el hecho de tener imagen atractiva impedirá que conozca la verdadera segregación de la mujer”, relató.

Por su parte, Sandra Macharro, la lideresa de la institución, señaló porque tomaron la decisión de expulsarla: “Lucía claramente se veía cómoda dándole gusto a los varones para satisfacerlos, usando minifaldas, arreglándose y depilándose para entrar en los cánones de belleza establecidos por los machos asquerosos. Una mujer que no está comprometida con la causa feminista y se empeña en lucir una imagen establecida por las normas patriarcales, y no tiene la decisión de ser ella misma obedeciéndonos como debe comportarse, definitivamente no puede llamarse feminista. Primero debe olvidarse de las reglas que le impone la sociedad, ser ella misma y atacarse a nuestras reglas de encuerarse  y no quitarse los vellos del cuerpo para no darle gusto a los machos. Si no acepta esas simples reglas, será una mujer más del montón que ayuda a continuar con el imperio machista”, puntualizó Macharro.

Por: Omar Ariel Cortes

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