República Dominicana.– Tal parece que México no es la única nación racista donde muchos de sus habitantes están acomplejados con su nacionalidad, y es que es común que en nuestro país todos renieguen tener raíces indígenas y a huevo quieran aferrarse a argumentar tener ascendencia europea (principalmente españoles) aunque sus “raíces caucásicas” daten de hace 30 generaciones, y literalmente sea una ofensa decirle a alguien que es moreno y parece azteca, considerándolo una vulgaridad impertinente.
Sin embargo, en otros países el racismo es aún mayor, como es el caso de República Dominicana, el pequeño país situado en el Caribe y que tiene apenas 11 millones de habitantes.
Tan grande es el complejo que tienen los dominicanos con su raza, que han iniciado una campaña para destituir a la recién ganadora del Miss República Dominicana que los representará en el Miss Universo, una mujer de nombre Clauvid Dály, cuyo pecado (según los habitantes) es ser “demasiado prieta y fea”, aunque bueno no utilizan la palabra “prieta” porque allá no la conocen, pero si una más racista, ya que la tachan de ser “muy negra” para representar la belleza de su país.
Y es que se pensaría que en República Dominica da todos son del estilo de la exótica joven que evidentemente no tiene nada de fea, pero tal parece que los dominicanos comparten muchas similitudes con los mexicanos, donde ser de rasgos indígenas es motivo de burla e inferioridad, negándose a aceptar que esas son sus raíces.
Son infinidad de programas y hasta libres de comunicación quienes se han unido a la campaña de destituirla, utilizando palabras como “es horrorosa y fea”, ante el asombro de la joven que aspiraba a vivir un sueño, y se ha enfrentado a una terrible pesadilla.
Por supuesto resulta increíble que una mujer que es más hermosa que el promedio y tenga una exquisita belleza, sea considerada horrible incluso por mujeres de sus países que si entrarían en el concepto de fealdad, como algunas locutoras que se han enfrascado en un debate argumentando porque Clauvid es “horrorosa”, cuando ni volviendo a nacer ellas tendrían tanta hermosura.
La polémica es tanta que además existe un grupo de personas que aseguran que la mujer en realidad es originaria de Haití, país ubicado a solo unos kilómetros de Republica Dominica, señalando que “solo alguien tan negra y fea” puede ser de allá, ya que claro, en Dominicana como en México todos son descendentes de europeos, y sienten que si van a Francia los confunden con alguien de allá.
Ante esto, humillan a la chica señalando que jamás podrá compararse con Amelia Vega, la única dominicana que ha ganado el Miss Universo, y a quien si consideran una digna representante por ser alta, blanca y de rasgos finitos, además de pertenecer a la clase acomodada de la región.
Y es que los dominicanos realmente se toman muy a pecho “que alguien que no sea atractivo físicamente los representen en un concurso de belleza”, como ocurrió hace 2 años cuando literalmente todos los patrocinadores retiraron el apoyo al Miss República Dominicana tras ganar una mujer llamada Sal García, a quien consideraban “extremadamente fea” pese a ser modelo de talla internacional (ha modelado para Dolce and Gabbana y otras conocidas marcas), provocando que tras quedarse sin ayuda, la mujer tuviera que abrir una página de donaciones para poder cumplir su sueño de ir al Miss Universo, tras retirársele el apoyo luego de que todo el pueblo considerara que no era una digna representante de la belleza local.
Lamentablemente parece que Dály corre con la misma suerte, y mientras personas del mundo no pueden creer que siendo una mujer que evidentemente evoca a la belleza dominicana, sus compatriotas la rechacen precisamente por tener rasgos que la mayoría de la población posee. Por ahora los haters incluso han tenido que valerse de trucos como sacar sus peores fotos (en ángulos que no la favorecen), tratar de descubrir a como dé lugar que es en realidad es haitiana para quitarle el título, y hasta truquear sus fotos ante la falta de argumentos para llamar fea a una mujer tan espectacular.
Por: Omar Ariel Cortes