1.- ¡No se necesita invitación para entrar!: mientras que en fiestas “finas” te exigen una invitación para entrar (y el pase solo incluye a ti y otra persona), en las fiestas de racho no necesitas invitación, es más, no necesitas conocer a los novios, a ningun invitado y de hecho ni ser del rancho donde se celebra el evento.
Puedes estar pasando por una comunidad a la que jamás has entrado, ver una fiesta e ingresar como si nada. Lo mejor es que una señora (las tías o mamás de los festejados) te recibirán con una sonrisa y te sentarán en una de las mesas dándote una cerveza de bienvenida y ofreciéndote comida de inmediato.
2.- Hay bebida y comida infinita: una de las peores cosas de las fiestas “pipirisnais” es la comida sin sabor, seca y sin chiste que te dan, pero eso sí, con un nombre raro para que digan que estas comiendo algo exclusivo aunque sepa asqueroso, cosa muy distinta a las bodas de rancho donde no falta el tradicional molazo y arroz, y ni que decir de las deliciosas carnitas con doble tortilla bañadas en salsa que puedes degustar hasta estallar.
Por si el paraíso culinario fuera poco, parece haber una dotación de heladas cervezas claras y oscuras las cuales parecen infinitas y puedes tomar en el momento que quieras, o hasta pedir un pomo de tequila para variar. Cosa muy distinta a los eventos “finos”, donde te sirven tus bebidas en copas dizque finas, y resulta molesto tener que estar pidiéndole al mesero a cada rato que te den algo de beber.
3.- No existen las pretensiones: las bodas y XV años finos son de los pocos eventos donde al final los ricos terminan dándose un “baño de pueblo” y “deschongando” su personalidad. Mientras todos llegan luciendo sus mejores garritas y siendo totalmente pretenciosos, con unas cuantas copas “la gente fina” termina bailando “De reversa mami”, “Mayonesa”, o “El venado”.
Sin embargo, en las fiestas de rancho desde un inició no hay pretensiones y la gente no tiene que ir de etiqueta a festejar. Además, nunca se podrá comparar la coreografía de Payaso de rodeo y No rompas más que se hace en una boda de rancho (donde hasta la tía amargada se para a bailar) a la de una fiesta una elegante, donde tienes que esperar a que los invitados se pongan borrachos para que saquen por unos minutos su personalidad populachera.
4.- Los familiares de los festejados te saludan como si te conocerán de años aunque nunca te han visto: no importa que no conozcas a nadie, al llegar de colado puedes ponerte a platicar con el tío Juan, la tía Tisha, los primos de El Brayan y otros invitados como si te conocieran de años, y ni que decir de ligar, siempre hay más opciones ya que todos van con la misma intención fiesteara que se contagia al arribar a las bodas o XV.
5.- Siempre hay un pelito de borrachos que pone más emoción al evento: mientras que en las fiestas de ricos ricos cuando alguien se pelea manda a sus guaruras, en las fiestas de rancho nunca faltan los tíos o compadres que por alguna razón terminan queriéndose agarrar a golpes, poniendo más adrenalina evento.
Generalmente estas personas solo se dan 2 o 3 golpes porque alguien termina separándolos, pero esto no impide que hagan más emocionante la celebración.
6.- Te puedes llevar comida para el recalentado: no conforme con que engordaste 3 kilos esa misma noche por todo lo que comiste y bebiste, todavía te puedes dar el lujo de llevarte comida para recalentar, y no solo eso, sino que las señoras son las que ofrecen amablemente “que te lleves algo”, por lo que todavía tienes comida casera para toda la semana solo por ir a divertirte.
7.- Las bandas y grupos norteños en vivo: mientras que en eventos pretenciosos salen con payasadas como llevar a Reik, Camila y otros (o en su defecto a sus dobles), y para “poner el ambienté” contratan a un grupo de hípsters que se creen modelos y tocan música pop, en las bodas de rancho llevan grupos de banda de verdad que se esmeran por llevar impecables sus trajes brillantes estilo la arrolladora, y todos los integrantes (hasta los músicos) hacen pasitos simpáticos como coreografía para hacer más amena la presentaciones, y ni qué decir del grupo amateur de señores que con acordeón en mano y guitarra interpretan “Belleza de cantina”, entre otras canciones que realmente ponen alma a una fiesta mexicana.
Por: Omar Ariel Cortes