México.- Gran sorpresa y desconcierto experimentó Santi Huppenkothen Altamirano de la Berra, un joven Mirrey originario de la Ciudad de México, luego de que le negarán la venta de un producto en un Walmart, lugar a donde acudió para comprar una cosas que necesitaba para irse de “camping” a Valle de Bravo.
Santi comenta que se dirigía junto con su mejor amigo Fer Villegas del Casillo hacia Valle de Bravo, y aprovecharon que en el viaje pasaron por un Walmart para comprar algo de tomar y unas cosas que necesitaban, ya que no se quedarían en hoteles de lujo sino que se adentrarían a la aventura de acampar en una montaña:
“Tipo que pasamos por el Walmart y le dije a Fer que porque no comprábamos algo para tomar en el camino y de paso algunas cosas que nos necesitaran. Nuestros amigos no creen que realmente vamos a acampar, y creen que vamos a hacer trampas quedándonos en una cabaña u hotel. Pero neta no, realmente vamos a quedarnos en el cerro y a acampar con casas de campaña y esas cosas. No esta demás darse un baño de pueblo y vivir una nueva aventura, además ya nos confirmaron 3 Lobukis que nos acompañarán e imagínate cómo se van a poner las cosas nosotros y ellas en medio de la nada, ¡uff, se va a poner intenso!”, relató.
Santi señala que al entrar a Walmart y ver el letrero de “colchas para pobres” se la hizo chistoso, y decidió llevarse una ya que recordó que no traían algo para cobijarse: “le pregunté a Fer si había echado colchas y dijo que no, así que vi el letrero de colchas para pobres y como siempre he querido saber que se siente cobijarse con una barata, pues me animé a comprar una, aún y cuando existía la posibilidad que ya trajera pulgas incluidas. Ya estoy harto de mis colchas egipcias de 250 hilos que cuestan un dineral pero la verdad ni calientan.
Así que como iba a la aventura decidí comprar estas para pobres, pero cuál fue mi sorpresa que en la caja me hicieron esperar horas para decirme que no me la podían vender”, confesó.
El joven comenta que cuando llegó a pagar la cajera lo miró de arriba abajo e hizo sonar un timbre, y le pidió que esperara: “le dije que se apurara porque ya íbamos tarde pero me dijo que por favor me esperara. Luego llegó un señor con un radio y me dijo que lo sentía pero podía venderme todo, menos la colcha para pobres.
O sea, ya sé que no me veo pobre, pero esto es discriminación. Me dijo que si alguien se enteraba que les estaban vendiendo colchas para pobres a gente que se veía de clase alta, PROFECO los multaría y hasta les podía cerrar la tienda.
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Ahí me enojé y le dije que quien iba a hablar con PROFECO era yo, porque soy íntimo amigo del hijo del titular de la dependencia, y todavía el gato me dice que le hiciera como pudiera, pero no se iban a arriesgar y me sugirió que me llevará una colcha de otra marca.
Ahora entiendo un poco a esa gente de clase media que se cree rica pero se nota que no tiene dinero, que va a comprar a Louis Vuitton o Armani, y los vendedores los ven con un gran desprecio porque no se ven de nuestro circulo.
Me imagino así se debe de sentir la discriminación, pero bueno, esto me pasa por meterme a tiendas que no son de mi nivel. Ahora resulta que hasta por tener dinero te discriminan, voy a hablar con Luis (el hijo del titular de la PROFECO) para que su pa´ haga algo, ahora ya no voy a saber lo que se siente cobijarse con una colcha de estampado de tigre como casi toda la gente, y todo por culpa de estos nacos que no me la quisieron vender”, puntualizó.
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Por: Omar Ariel Cortes