7 objetos que no pueden faltar en las casas de las familias mexicanas

1.- Fotos de un bebé haciendo caritas, de una boda, de una graduación y en general cualquier foto que “defina a la familia”: si no son las fotos ovaladas de un bebé (pueden ser los hijos o los nietos) riéndose, llorando, sorprendido, dormido y atolondrado -todas en un mismo marco-, los mexicanos tienen la imagen de la graduación de la universidad del retoño (en tamaño extra jumbo para que los invitados se enteren de que estudió una carrera), la foto “profesional” que los novios se tomaron el día de su boda, o cualquier otra imagen que sirva para presumirle a las visitas los logros de la familia. Si un familiar falleció también es común que se tenga una foto de esa persona a la vista de todos.

2.- Algún recuerdo de una boda, XV años o bautizo: aunque esto es extremadamente de mal gusto y bizarro, los mexicanos gustan de poner en un lugar visible de su casa (como si se tratar de un trofeo) los saleros o servilleteros que se trajeron de la boda de los vecinos, el centro de mesa que regalaban en los XV de Lupita o el rosario que dieron en el bautizo del bebé de un conocido. Por alguna extraña razón las señoras gustan de coleccionar estas cosas como si se trataran de una reliquia y de tener una alacena especial (que estará a la vista de todas las visitas) llena de estos recuerdos para que todos los que entren a su hogar los admiren y se mueran de la envidia de “todos los eventos a los que la dueña de la casa ha acudido”.

3.- Un calendario de la “Carnicería Gutiérrez”, “Frutería Sagrado Manto” o “Miscelánea Hernández”: una cocina mexicana no es cocina sin un calendario de la carnicería de la colonia, la frutería más frecuentada del mercado o la miscelánea de la esquina. Estos negocios generalmente se llaman como el apellido de los dueños o tienen un nombre que hace alusión a un símbolo católico. Las fotos de estos calendarios generalmente son paisajes, un símbolo religioso (Jesús, la Virgen, etc) o un animal en su hábitat natural.

4.- Una estufa llena de bolsas con más bolsas adentro y trastes que nadie usa: aceptémoslo, la única cosa para lo que sirven los hornos de las estufas es para guardar bolsas -que en su interior guardan más bolsas- o los trastes que las amas de casa rara vez utilizan. Es casi inconcebible que los mexicanos guarden sus bolsas en otro lugar que no sea el horno, simplemente el gen mexicano rechaza esta opción. Todos -literalmente todos nosotros- terminaremos guardando las bolsas en dicho lugar y nos sentiremos raro si las almacenamos en otro lado.

5.- Colchas y/o colchones con estampados de animales, equipos de fútbol o personajes de Disney: es inconcebible que un buen mexicano no tenga en sus cuartos una colcha con el estampado de un animal exótico (principalmente leones, tigres u otro felino extravagante). Los adolescentes generalmente gustan tapar sus camas con colchas estampadas con el logo de su equipo de fútbol favorito (se ve muy naco, pero ellos creen que se vecool) y los más pequeños generalmente tienen un cobertor con la imagen de sus dibujos favoritos de Disney (si no es de Disney no cuenta). Una casa mexicana no merece llamarse casa mexicana si no tiene alguno de estos cobertores (el de los animales exóticos es 100% indispensable).

6.- Un cajón lleno con fotos de cuando tus ancestros eran jóvenes: estos cajones son una maravilla porque puedes ver como lucían, se vestían y en general como eran tus abuelos, tíos y tus papás cuando eran niños o jóvenes. Este mágico cajón te permitirá admirar cómo lucían tus progenitores antes de que tÚ existieras y cómo era la gente con la que convivían. Estos cajones además tendrán fotos antiguas tanto de ti (cuando eras bebé o niño) como de tus bisa y hasta tatarabuelos. Es común que en la fotos salga mucha gente que no conozcas y tus abuelitos o padres te cometen que “ellos son tus tíos que viven en otro estado y que nunca has visto” o cualquier otro familiar con el que nunca has convivido en persona y solo conocerás en fotografía gracias a estas imágenes.

7.- Un cuarto de los “tiliches”: con las casas de Infonavit estos maravillosos cuartos han desaparecido, pero en casas antiguas (más grandes) o de rancho es común que exista un “cuarto de los tiliches” en donde se almacena todo lo que ya no se usa o sirve. Entrar en estos cuartos literalmente es viajar en el tiempo porque encontrarás aparatos de hace 20 o 30 años, ropa de otras décadas, entre otras agradables reliquias. Si visitas este lugar te vendrán muy gratos recuerdos porque encontrarás el triciclo que usaste durante tu infancia, los muñecos que tanto querías de niño o aquellos aparatos que te acompañaron los primeros años de tu vida.

Por: Omar Ariel Cortes

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