Me tratan como a un Dios y se desviven por complacerme, y lo raro es que no esperaban recibir nada a cambio ¡más que presumir que le hablan al francés!
Me tratan como a un Dios y se desviven por complacerme, y lo raro es que no esperaban recibir nada a cambio ¡más que presumir que le hablan al francés!