México.- Luego de que la estructura conocida como “K invertida” (una mega tubería que se instalaría en el sistema de drenaje Cutzamala que abastece a casi toda la CDMX, con la finalidad de que mejorar la calidad del servicio y arreglar diversos problemas) fracasara rotundamente por una mala planeación en su diseño, la crítica de arte, Avelina Lésper, reveló que acaba de reunirse con el nuevo presidente electo López Obrador, para proponerle la idea de “no desperdiciar los 500 millones que costó la tubería”, y convertirla en “una obra de arte contemporáneo”, sugiriendo que sea exhibida en diversos museos para que posteriormente aumente su valor, y un millonario excéntrico y con ganas de gastar el dinero a lo pendejo la compre.
Avelina sorprendió con la propuesta ya que ella considera al arte contemporáneo “como la mayor farsa en la historia del arte y una tomada de pelo inmensa”, sin embargo acepta que la “K invertida” es la primera obra de este género que si guarda un valor artístico y cultural, ya que refleja la podredumbre de nuestro país:
“El problema con el arte contemporáneo es que independientemente de la simplicidad de sus diseños, obligatoriamente debe ser explicado por su creador par que el público lo entienda. Una obra que no dice nada, que no transmite, que se vuelve efímera a los poco sednos y que necesita ser descifrada por su autor, definitivamente no puede considerarse una pieza de inspiración.
El verdadero arte muestra las emociones sin que tengan que aclararse, y en este caso te puedo decir que con la K invertida es la primera obra de arte contemporáneo que realmente simboliza lo que quiere connotar, que es el hartazgo que tienen los mexicanos con el derroche de dinero que el gobierno realiza en acciones ineficientes.
Además, independientemente para la función que fue creada que fue transportar agua, hay detalles en su diseño muy interesantes y vanguardistas. Puedo incluso asegurar que esta obra la creó un escultor basándose en la estética de la belleza, y no un ingeniero, tal vez por eso no la pudieron embonar y resultó una creación inútil para lo que fue diseñada, pero muy inspiradora para la cultura actual, y definitivamente un eco de esperanza para el arte contemporáneo”, señaló.
Lésper menciona que si hay coleccionistas que pagan millones de dólares por piezas de arte contemporáneo como un vaso lleno a la mitad con agua, una pintura hecha de vómitos, o un cuadro pintado por una tortuga, la K invertida fácilmente podría alcanzar un precio de $1500 millones de dólares:
“El precio de una obra radica en el estatus de su escultura y la importancia histórica que tiene en el momento. Hay millonarios que hacen su fortuna de una forma superflua, y así como rápido ganan dinero también rápido lo quieren gastar. Por eso este intercambio de capital exagerado a cambio de una pieza ridícula, por la necesidad de querer obtener una obra con aparente reconocimiento pero que en realidad es una cochinada.
Sin embargo, la K invertida es un objeto curioso del arte contemporáneo primero porque el material con el que está hecha vale lo que cuesta, y segundo porque la cuestión sociocultural que refleja es lo que provoca que se transforme en un objeto vanguardista.
Repito, además el diseño de su estructura es meticulosamente preciso, e indudablemente el tejido histórico eleva su valor aunado al talento, inteligencia y sensibilidad humana con la que fue creada, por lo que fácilmente esta obra podría ser vendida a un chairo millonario entre $1500 y $2000 millones de dólares”, puntualizó Avelina con la mirada al horizonte y la cara asustada que la caracteriza.
Por: Omar Ariel Cortes, idea de: Luis Morales