México.- Casi todos vimos la serie de Luis Miguel y descubrimos que su papá, el productor Luisito Rey, es uno de los villanos más malévolos que han existido, sin embargo, pese a los esfuerzos de dejar a “El Sol” como un verdadero santo la realidad es que tambien tiene mucha cola que le pisen, y aunque en la serie lo muestran como alguien muy parecido a su padre aunque lo justifican como que comete errores porque “es víctima de las circunstancias”, la realidad es que Luis está lleno de defectos, como ser un vil traidor.
Así lo acaba de des mostrar el Miguel adolescente al literalmente darle la espalda a su propia serie y decidir mudarse a otra nueva de Netflix llamada “La casa de las flores” por mera ambición, sin importarle que los fans estén se coman las uñas por ver la segunda parte de su historia:
“Todos esperaban que la nueva temporada de la serie de Luis Miguel comenzará de inmediato, y se tenía previsto que efectivamente así fuera hasta que sorpresivamente el propio Sol decidió traicionar a su producción y mudarse a otra de la misma plataforma y la razón es meramente económica: Luis es igual o peor que Rey, al grado de que por unos millones de pesos botó la filmación de la temporada dos de su vida que todos esperaban ansiosos, y sin avisar se fue a La casa de las flores donde le ofrecieron un papel secundario”, relató un reportero.
El periodista menciona que La casa de las flores ya se filmó, pero aun así esto retrasará 6 meses la segunda parte de la serie de Luis Miguel: “El Sol podrá haber ordenado que en su historia quede como un santo víctima de las circunstancias, pero prefirió embolsarse más dinero yéndose a la de La casa de las flores, que complacer a sus fans y grabar la segunda parte de su vida.
Realmente no es justo que todos hayan quedado en ascuas por saber que paso con Marcela Basteri, y él por unos millones retrase la filmación tantos meses. Pero bueno, así se pueden dar cuenta de lo ingrato que es, al grado de que fue capaz de traicionarse a si mismo a cambio de varios millones”, puntualizó.
Por: Omar Ariel Cortes