Porque la Selección Mexicana es el reflejo de lo que somos como sociedad y por eso nunca ganamos el Mundial

México.- El Mundial y las Olimpiadas son sumamente importantes no por la derrama económica que dejan: son importantes porque los equipos y deportistas de cada nación literalmente son el reflejo del país donde provienen.

Es en estos torneos donde los países pueden demostrar quién es el más poderoso y preparado, ya que el rendimiento de sus atletas no solo es el reflejo de su capacidad deportiva, es el reflejo de la situación política y social de la entidad donde provienen.

Durante el torneo compite con la mentalidad en la que creció dependiendo el entorno social de su nación. Es el reflejo del carácter y valores con los que se desarrolló, es por eso que países tercermundistas raramente llegan a estos torneos, aunque sus deportistas tengan todas las facilidades para sobresalir.

Esto pasa con la Selección Mexicana: de tener literalmente todos los medios para ser una potencia en futbol, la mentalidad característica del mexicano que poseen provoca que año con año lleguen impactado en el Mundial…. y regresen derrotados antes del quinto partido.

El Mundial es el reflejo de cada sociedad, es por eso que cada 4 años con el TRI se repite la tradición: jugamos como nunca, pero perdemos como siempre.

A continuación algunos puntos del porque México no ha ganado nunca un Mundial (y tal vez en las próximas década no lo hará), no porque los futbolistas no tengan potencial, sino porque el entorno con el que crecieron es lo que impiden que sobresalgan:

1..- Los jugadores arriban al Mundial con la actitud valemadrista de “soy tan buen jugador que no importa que llegue crudo al partido, soy un Dios y a la mera hora me saldrá lo mejor de mí aunque ande pedo”. Días antes se les ve de fiesta y en borracheras, y mientras ellos llegan crudos a entrenar, los deportistas de otros países (por lo menos días antes del torneo) se enfocan en concentrarse definitivamente a entrenar (los jugadores mexicanos en cambio parece que no tendrán otra oportunidad de divertirse, a huevo quieren echar desmadre un minuto antes del Mundial, como si se les fuera a acabar el mundo).

2.- Pese a estar crudos y acabados por beber, coger con escorts y desvelarse, el primer y segundo partido dan buenos resultados. Desafortunadamente los futbolistas adoptan una actitud arrógate de “vean, se los demostré putos, soy un Dios y pese a las críticas por estar crudo aquí estoy ¡venciendo a los mejores del mundo!”

3..- El desempeño evidentemente poco a poco comienza bajar: el miedo al triunfo (que es algo común en nuestro país) se apodera de ellos, y esa característica chistosita de “si tengo problemas me refugió en el desmadre”, se apodera de ellos.

En internet comienzan a llegarle a los jugadores miles de comentarios de personas diciéndoles que nunca podrán ganar, pero apenas anotan un gol esa misma gente jura que siempre confiaron en ellos. El apoyo puede convertirse de un segundo para otro en burlas y rechazo, en mentadas de madre. Así de bipolar es el mexicano, y así exige ser aceptado.

4.- La arrogancia desproporcional refleja la peor perspectiva del mexicano: a huevo cada jugador quiere quedar como la estrella del torneo: esto provoca que no jueguen en conjunto, cada uno quiere ser el que anote el gol de la victoria olvidándose de jugar en equipo con sus compañeros: “total, si es casi seguro que no pasemos del quinto partido, por lo menos aprovecho para que el mundo entero vea el talento que tengo individualmente”.

5.- “¿Para que esforzarnos si somos millonarios?”: resignados a que si en décadas no han ganado, es evidente que esta vez no lo harán; comienzan a concentrarse más en los contratos para promocionar tenis, refrescos y otros productos en vez de dar un buen partido: “solo quiero regresar a mi zona de confort y olvidarme de toda esta presión”.

6.- Las esperanzas se desvanecen: de llegar como Dioses, por rencor a ellos mismos y a la sociedad que los halaga en un segundo y en otro los humilla y critica a más no poder, prefieren que todo acabe de una vez: “es mejor regresar a mi país para competir en la Liga MX contra los jugadores con los que hago equipo en el Mundial, donde seré alabado y considerado un Dios. Ahí… ahí si soy alguien”.

7.- Pierden los últimos partidos de una forma estrepitosa, salen en las entrevistas fingiendo cansancio de más para exaltar que “dieron todo de sí”, y escudándose en: “es que los otros eran muy fuertes, pero dimos una buena pelea”. Imaginando que el siguiente Mundial ellos estarán al nivel del equipo con el que perdieron, pero ese equipo inevitablemente también avanzará, y así será siempre… será imposible alcanzarlos porque los otros siempre estarán un paso más adelante.

8.- Regresan con actitud arrogante y fingiendo “cierta pena” para que digan que también son humanos y tienen emociones, cuando en el fondo solo imaginan: “soy rico, soy conocido y aquí en cualquier torneo local seré alabado. Total, el enojo de la gente se acaba iniciando la Liga MX”.

9.- Presumen de forma orgullosa “el cachito de gloria que tuvieron en el Mundial”, los únicos dos partidos donde jugaron de maravilla y los minutos en que fueron ovacionados por el Mundo. Y a la gente no le gusta, que se aguante.

10.- Los nuevos jugadores con enorme talento como el Chucky Lozano rápidamente se contaminan: es mejor pensar en contratos de publicidad, en fiestas con prostitutas de lujo, o en ganar los torneos locales. Al final la prioridad no es el triunfo: “el mexicano se enajenará con la liga MX y se olvidará del Mundial, nos seguirán tratando como Dioses en nuestro propio territorio, en nuestra zona de confort”. La humillación del Mundial es una puerta que -afortunadamente para la Selección- se abre solo 4 años y dura solo un mes, en cambio la gloria de los torneos nacionales (donde los mexicanos les lamen las patas y los llenan de falsos halagos),  esa sí dura todo el año.

Por: Omar Ariel Cortes

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