Diario íntimo de un hombre que usa chongo: los traumas que lo orillaron a acabar de dicha manera

México.- todos los humanos tenemos traumas, unos más fuertes y otros no tan graves, sin embargo, en la mayoría de las veces es difícil saber el daño psicológico que alguien tiene, aunque algunos gritan a los 4 vientos las heridas emocionales que poseen

Ya sea por la manera en que se comportan, o como se muestran ante la sociedad, una de las formas más comunes de saber si un hombre tiene un daño mental grave es cuando usa chongo: dicha acción obviamente denota que la persona no es estable mentalmente, sin embargo uno se pregunta ¿qué fue lo que orilló a una persona a terminar de dicha manera?

Por supuesto estos hombres no se abren y niegan tener algún daño, sin embargo logramos encontrar a tal vez la única persona sincera, Joao Méndez, un individuo que usa chongo, quien nos permitió leer su diario íntimo el cual revela a la perfección todo el daño que sufrió para acabar de tan patética manera. A continuación una texto copiado de su diario íntimo.

Querido Diario:

Hoy es otro día en donde intento desesperadamente llamar la atención y que me volteen a ver, donde quiero dar una imagen de me vale madre la sociedad pero pero a la vez pido a gritos que la gente se interese en lo que hago, donde solo me siento completo si me volteen a ver. En donde intentó a toda costa ganarme la aceptación de los demás, y que me perciban como un ser que nunca seré.

Como a muchos mexicanos malinchistas me acompleja mi vida y me siento atrapado en un cuerpo que no es el mío: en mi mente yo soy rubio, alto y de rasgos finos, europeo pues, y así intento creerme aunque muy, muy, muy, muy dentro de mi (tan dentro que lo evado) sé que parezco mexicano, no debería ser algo que me avergüence, pero sin embargo lo hace.

Todos los días sueño con ser confundido con un italiano, alemán o de perdido español, quiero que la gente me confunda con un turista europeo. Desde que tengo uso de memoria intento hacer de todo para lograrlo: hablar en inglés a gritos, ponerme tatuajes como los rockstars que admiro, y en general imitar todas las modas de personas extranjeras que por mi físico no me quedan.

Por supuesto cuando llegó la moda de que los únicos, originales, diferentes y guapos usarán chongo, inmediatamente yo fui un borrego del montón que la adoptó. Con alegría pero a la vez miedo deje crecer mi pelo, pensando que mi cabellera grasosa y sebosa era admirada por todos.

Desde que mi pelo comenzó a volverse largo empezó, la admiración de los demás hacía mi comenzó a notarse con miradas en la calle, hasta que finalmente vino la mejor parte: pude hacerme el chongo y fue como si mi físico se transformara de un segundo para otro, como si mis rasgos totonacas se convirtieran en cara de un modelo italiano: estaba listo para triunfar, para comerme al mundo, si alguien tal vez dudaba que era mexicano, con el chongo todo cambio y ahora soy reconocido como el rockstars valemadrista europeo que siempre quise y querré ser.

Mi vida no fue fácil, y el trauma que orilla a alguien a usar chongos es por diferentes razones: unos sufrieron rechazo toda la vida y su única esperanza es peinarse de dicha manera para que los demás los vean como alguien atrevido que se atreve a romper las reglas. Sin embargo en mi caso fue diferente: mi mami toda la vida me dijo que era el más guapo, el más bonito, que merecía una novia de modelo que me mantuviera y me planchara y lavara como ella, y aunque jamás una mujer así se fijaría en mí (solamente las traumadas que pueden admirar algo como un chongo), crecí pensando que lo merecía todo, y que pese a mis rasgos aztecas realmente me confunden con un galán internacional, todo por la mala costumbre de haber sido chiqueado desde chico.

Me miro al espejo y veo que el chongo no queda con mi cara, podría fácilmente ser un personaje de la película Apocalypto que habla de los Mayas, y si de por si a personajes como Chris Hemsworth  (Thor de los Vengadores) se le ve mal el chongo, en personas como yo luce extremadamente bizarro y ridículo. Pero no, no me importa, estoy dispuesto a ponerme una barrera mental para hacerme a la idea de que me veo como Chris Hemsworth cuando solo me ven como un patético desesperado por llamar la atención. Se que la gente me mira con asco, pero en mi mente, en el fondo, quiero creer que lo hacen porque me confunden con un famoso cantante de rock, aunque yo sepa que más bien luzco como bolsa de basura mal amarrada o una mala cebollita cambray. Si, todos los que usamos chongo tenemos un trauma, el trauma de querer ser quien nunca seremos.

P.D. Tu gato ha muerto

Con amor: chonguito

Por: Omar Ariel Cortes

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