Habitante de pueblo pequeño se entera de cosas de su vida que ni ella conocía gracias a los chismes

San Luis de los Remedios.- Gran asombro experimenta Juliana Sánchez, una mujer que por cuestiones de trabajo tuvo que trasladarse de la CDMX a un poblado de solo 20 mil habitantes, al darse cuenta que a los 3 días de instalarse en la diminuta localidad todos en el pueblo comenzaron a especular cosas de su vida que ni ella misma conocía.

Juliana comenta que el pueblo acaba de dar su primer paso para transformarse en una ciudad de verdad: abrieron el primer Bodega Aurrera en la región, supermercado que le propusieron dirigir:

“Finalmente decidí irme a radicar al pueblo aunque sería duro ya que estoy acostumbrada al bullicio de la CDMX, pero igual como iba a estar todo el día trabajando y solo llegaría a dormir no iba a sentir tanto el cambio”, dijo.

Sánchez comenta que sin saber cómo, a los 3 días todo el pueblo se había enterado de la vida que tenía en el DF:

“Los primeros 3 día fueron amables y después comencé a notar que las personas cuchicheaban al verme y se reían en mi cara. Yo no sabía que pasaba hasta que una compañera (con la cual tengo solo tengo trato profesional) me preguntó si era verdad que había cancelado mi boda con un novio con el que duré 4 años. Fue algo impactante porque nunca había hablado con ella ni con nadie de eso, le pregunté cómo se enteró y me dijo que a ella le había llegado el rumor. Lo más patético es que sin ser mi amiga cree que tiene el derecho de preguntarme cosas personales que a ella ni a los demás le incumben”, señaló.

 

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La mujer menciona que a las 2 semanas los habitantes ya sabían más sobre su existencia que ella misma: “los chismes que decían al principio era verdad, pero luego comenzaron a decir cosas que nunca ocurrieron, como que había tenido una aventura con el sub gerente, que me quería agarrar a golpes con una cajera, que era alcohólica, entre otras cosas. Incluso aseguran que ya conseguí un novio en el pueblo y me voy a casar, y yo ni enterada que ya hasta tenía prometido”, confesó.

Juliana comenta que vivir en un pueblo es literalmente como ser monitoreada las 24 horas: “ayer que fue mi día libre salí a comprar un elote a la plaza, aunque ya tengo 3 meses aquí no me he aprendido las calles y no recordaba en qué dirección lo había dejado (solo me acordaba del nombre), así que me acerqué a preguntarle a un hombre donde se encontraba la ubicación; quedé en shock porque la persona (que jamás había visto en mi vida) sabia mi nombre, la marca de mi carro y lo peor, el lugar exacto donde me había estacionado (frente a una estética), como si él y todo el pueblo me estuvieran vigilando todo el tiempo. Es increíble porque estas personas realmente investigan mejor que la CIA, y lo que no se lo inventan para poder seguir cuchicheando”, puntualizó.

 

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Por: Omar Ariel Cortes

 

 

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