1.- Pensaste que tu mamá te había abandonado para siempre porque ya habían llegado por todos tus compañeros menos por ti: seguramente imaginaste que nunca más verías a tu familia porque te dabas cuenta que las mamás de cada uno de tus compañeros iban por ellos mientras tú te quedabas solo en la escuela, lo que te hizo suponer que tu madre te había abandonado para siempre y entrabas en un pánico terrible (llorabas) porque no sabías que sería ahora de tu vida… hasta que tu progenitora llegaba 15 minutos después y finalmente te calmabas.
2.- Meterte al baño de niñas (o niños, si eres mujer) era la cosa más arriesgada que podrías hacer: entrar a estos lugares que estaban completa y rotundamente prohibidos para ti era la cosa más arriesgada y valiente que podías hacer. Si te armabas de valor y te animabas a ingresar te salías corriendo despavorido al primer segundo pensando que algo malo te iba a pasar. También era común que obligaras a entrar a alguien que te caía mal para hacerlo sufrir (ya que este es uno de los castigos más crueles que un niño puede experimentar).
3.- Tener que soportar la vergüenza de vestirte con ropa típica y bailar música regional para el festival del día de la madre (u otra festividad): si eres niño seguramente te obligaron a ponerte una guayabera blanca, un paliacate rojo amarrado en el cuello, guaraches, sombrero y un par de machetes para golpearlos en el piso mientras danzabas en lo que parecía ser un cortejo a la niña, que seguramente estaba maquillada en exceso con colores pastel, llevaba trenzas amarradas con listones en tonos fiusha y portaba un largo vestido que está diseñado para poder ondearlo con sus manos mientras daba mil vueltas.
4.- Te sentías el más inteligente del mundo porque te ponían en la escolta o te tocaba decir una efemérides frente a todos: sentías que eras el próximo Bill Gates (aunque no supieras quien era Bill Gates) por haber sido elegido para estar en la escolta, si eras el que llevaba la bandera cuidado, porque sentías que la NASA te secuestraría para obligarte a trabajar para ellos por tu exorbitante inteligencia. Ya si no alcanzas el promedio también te podías sentirte listillo si te tocaba decir alguna efemérides en los honores a la bandera frente a toda la escuela.
5.- Sentirte un verdadero artista plástico cuando hacías los regalos de tu madre o padre por su día: si tus papás aún conservan los regalos que les hiciste de crío y los analizas te darás cuenta que están todos malhechos, pero en ese tiempo realmente te sentías el nuevo artista plástico por hacerle el regalo a tus papás con tus propias manos. Tus padres por supuesto te alentaban a creerte el artista que México esperaba ya que para ellos ese regalo era el más espectacular del mundo.
6.- Esperabas la hora de la salida para correr a comprar chucherías con la doña de los dulces: después de haber comido durante el recreo un sándwich o fruta horrible que tu madre te obligó a llevar, tu único consuelo era saber que a la salida podrías degustar un delicioso bolis, una bolsa de churros llena de salsa o un juguete de hule chafa que presumirías a tus amigos. Por supuesto los dulces hechos de 99% de azúcar (y 1% de un químico desconocido pero que le da un color muy vistoso al producto) eran los más deliciosos.
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7.- Alguna vez te equivocaste y le dijiste “mamá” a tu maestra: por supuesto que fue de manera involuntaria y por supuesto también que las burlas y bromas de tus compañeros no se hicieron esperar. Aunque intentabas fingir que no te dolía, la realidad es que para ti había sido extremadamente vergonzoso ya que todos se percataron que en ese momento extrañabas a tu mamá o veías a tu maestra como una figura materna (o simplemente se te había ido la onda y se te olvidó que estabas sentado en el salón de clases en vez de la sala de tu casa).
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Por: Omar Ariel Cortes