México.- En conferencia de prensa el director del INEGI, Julio Alfonso Santaella, presentó a los medios los resultados de una investigación que revela que “diariamente un aproximado de 10 mil jóvenes mexicanos y otros más grandes abandonan sus sueños para dedicarse a ser Godínez (trabajadores de oficina)”, señalando que el 95% de dichas personas se resignará a trabajar en algo que no le gusta pero le da estabilidad laboral, mientras que del otro 5% que se arriesga a hacer lo que le gusta, solo un 1% vivirá de lo que le apasiona.
Julio señaló que decidieron realizar dicha investigación para saber si se sienten realizados con el empleo que tienen:
“Se trata de una de las pocas investigaciones que mide algo subjetivo como la felicidad, pero que fácilmente puede aplicarse a un estudio cuantitativo. Es fácil encontrar un resultado porque la gente al final expresa y termina revelando si le gusta o no su trabajo.
Durante la investigan descubrimos que son aproximadamente 10 mil jóvenes y personas adultas en todo México los que entran a un empleo Godínez para no salir de ahí. Músicos, cineastas, actores, artistas, gente que aspira tener su propio negocio, todos ingresan a un empleo Godínez ya sea por la falta de recursos o presión social, y de ese porcentaje el 95% nunca logra salir de dicha faceta laboral, abandonando para siempre sus sueños.
Los estudios revelaron que el 50% ingresa a un trabajo Godín por necesidad, un 30% porque su familia o amigos los presionan a tener un trabajo de verdad, un 10% porque será algo temporal que finalmente termina volviéndose en algo de toda la vida, y otro 10% por razones variadas, como les pareció atractiva la oferta de trabajo y al final resultó ser todo lo contrario a lo que esperaban”, dijo.
Por su parte Juan Sánchez, un joven de 27 años, relató porque ingresó a un trabajo Godín a pesar de que su sueño era ser cineasta: “llegó un punto en que la gente me dijo que cuando iba a conseguir un trabajo de verdad porque mis cortometrajes estilo Iñárritu nada más no pegaban. Veía a primos y tíos que tenían un empleo con prestaciones y estabilidad, pero eran infelices acudiendo a sus trabajos, sin embargo se sentían superiores por tener Infonavit, IMSS y otras prestaciones.
Finalmente tuve una mala racha económica y decidí ingresar a una oficina de contabilidad. Tengo aguinaldo, utilidades y otros ingresos, y si bien no vivo como rico si tengo ciertas comodidades, como comprar mi propio auto. Lo peor es que ahora veo a gente que estaba como yo, sin dinero, y me siento superior a ellos por tener un sueldo seguro.
Es una sensación extraña porque me siento superior por tener para pagar mi casa y chelas, pero a la vez recuerdo que odio cada minuto que estoy en mi trabajo, y tengo sentimientos encontrados. Sin embargo en este punto te diría que ya no dejaría la estabilidad económica, aunque sepa que poco a poco me estoy convirtiendo en el típico señor amargado que tanto odiaba ver cuando era adolescente”, comentó el joven.
Por: Omar Ariel Cortes
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