9 cosas irritantes que suceden en el supermercado y ponen de malas a cualquiera

1.- La mitad de los productos no tienen su precio en los anaqueles: prácticamente el 50% de las cosas no tienen precio en el anaquel, están mal colocados o los precios están todos revueltos, lo que al final provoca que tengas que dar 10000 vueltas hacia el verificador de precios.

 

2.- La gente que se siente dueña de los pasillos: cada pasillo mide un metro y medio de ancho, y todavía hay señoras conchudas o un señor que se siente Don Vergas que pone su carro en forma vertical tapando toda la pasada. Lo patético es que les pides permiso de pasar solo hacen el favor de mover su carro 2 malditos centímetros.

 

3.- Los verificadores de precios:. en primer, lugar hay uno o dos en todo el maldito super y debes estar como idiota buscando donde encontrarlos. Finalmente lo localizas y resulta que no quiere leer el código por más derecho y correcto que lo pongas (y si se digan a leerlo es después de 10 intentos).

Por si esto no fuera suficiente, el 90% de la gente que llega después de ti para checar un precio no toma una actitud de esperar su turno, sino que se te quedan viendo como diciendo “muévete y apúrate, que ya llegue y me toca a mí”.

 

4.- Las señoras o señores que creen que pegándose a ti la fila de la caja avanzará más rápido: literalmente sientes las chichis de las señoras rozándote, o la panza chelera de los señores adherida a tu cuerpo, porque en su cabecita creen que pegándose lo más posible a la gente harán que la fila avance más rápido (como si dependiera de los clientes).

 

5.- El encargado del departamento nunca está: cuando necesitas algo (principalmente del departamento de electrónica o similares) nunca hay ningún empleado que te pueda ayudar y tienes que esperar varios minutos solo porque están chismeando con sus compañeros. Cuando finalmente le pides a otro empleado que les hable y el encargado se digna a llegar, adquieren una actitud de “apúrese a decirme que quiere que no voy estar todo el día atendiéndolo”.

 

6.- Hay solo 2 malditas cajas abiertas: los supermercados son la versión extremadamente irritante del Oxxo: hay 10 cajas abiertas y solo 2 malditas funcionando aunque haya una cola de 100 clientes formados. Está bien que los dueños sean unos malditos codos que ganan millones y no quieran gastar un poco más de luz y en pagarle el sueldo a más cajeros, ¿pero realmente se van a ir a la quiebra si abren otras 2 o 3 cajas más?.

 

7.- Te formas en una fila donde casi no hay gente… y resulta ser la más lenta: nadie sabe si es el karma o las cajeras y maquinas huelen el miedo, pero analizas en cual fila hay menos gente, te metes ahí, y por alguna razón el cliente delante de ti (el único que falta para que tu pagues) resulta que quiere un retiro, 4 recargas, cancelar un producto (en eso las cajeras se llevan años en lo que llega el supervisor y les autoriza), el cajero es el más lento de la región o la maquina simplemente deja de funcionar.

Lo peor es cuando te das cuenta que las personas de la otra fila que estaban mucho detrás de ti, ya están pagando y tú tendrás que quedarte 5 o 10 minutos más en lo que se resuelve los problemas que te tocan.

 

8.- Lavan los baños en las horas con más gente: “¿a qué maldita persona se le ocurre mandar a lavar un baño de un supermercado cuando hay la mayor cantidad de clientes?, ¿por qué las señoras de la limpieza son tan mamonas te impiden el paso a los migitorios o tazas (que ya puedes usar) con el argumento de aun esta húmedo el piso? ¿Acaso ellas nunca han sentido lo que es ya no aguantar las ganas de hacer esta necesidad fisiológica?.

 

9.- Gente que agarra la comida con las manos: si, existe gente sin el más mínimo sentido de la educación que le parece fácil agarrar los productos de comida (panes, bolillos, totopos, etc.) CON SUS MALDITAS MANOS  PUERCAS en vez de las cucharas o las pinzas que hay para eso. Estos seres humanos (si se les puede llamar así) no solo toman los panes con sus manotas nejas, sino que algunos hasta se los pegan a nariz para olerlos… y luego los vuelven como si nada.

 

Por: Omar Ariel Cortes

Comments

comments