México.- Gran sorpresa y asombró experimento Juan Gutiérrez, un hombre 28 años de edad, luego de recibir una misteriosa llamada de otro varón llamado Andrés Salazar, el cual le informó que “lo había buscado por cielo, mar y tierra” para darle algo “que desde siempre le había correspondido”:
Juan señala que no entendía que pasaba y pensó que se trataba de una extorción:
“Lo primero que me preguntó fue que si cuando tenía 6 años yo vivía en un barrio de Puebla. No quise darle mis datos pero comenzó a decirme los nombres de mis amigos de mi infancia, en ese momento supe que realmente era algo importante”, comentó.
El hombre menciona que después de varios minutos, Juan le confesó que tenía que entregarle algo que lo había marcado para siempre: el tazo que no le salió cuando compró unas Sabritas a la edad de 6 años:
“Mi mayor ilusión a esa edad era coleccionar todos los tazos, incuso tenía el álbum edición especial para enmarcarlos. Lamentablemente mi familia era de bajos recursos y solo podían comprarme una bolsa de Sabritas una vez a la semana
Una vez con mucha ilusión fui a la tienda y al abrir la bolsa no había nada, era solo aire con 3 papás. El saber que tenía que esperar otra semana para comprar una bolsa realmente me rompió el corazón, fue en ese momento cuando me di cuenta que la vida iba a ser dura”, comentó.
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Por su parte, Juan menciona que vivía en el mismo barrio y compraba en la misma miscelánea, y por azares del destino a él le salieron por error dos tazos… y uno era el que le correspondía a Andrés.
“Era un niño pero no podía dejar de pensar en la sensación de impotencia que había sentido al que no le salió nada.
Yo no pedí que me salieran dos tazos pero así es la vida, tenía la obligación de devolverle la felicidad a quien sin querer alguna vez se la quité”, dijo.
El hombre menciona que aunque el tormento le duró varios años, finamente se atrevió a buscar a quien le correspondía el tazo: “regresé a la cuadra donde radiqué en mi infancia y afortunadamente aún vivía Conchita, la dueña de la miscelánea.
Le pregunté si hace 22 años había visto a un niño decepcionado al comprar una Sabritas, y de inmediato me dijo el nombre de Andrés, señalando que aún no puede olvidar la cara de decepción y tristeza de ese infante.
Me dijo los nombres de sus ex amigos y los busqué, y aunque todos le habían perdido la pista uno logró recordar sus apellidos. Entonces lo busqué por Facebook y ahí tenia enlazado su teléfono, y así pude localizarlo”, comentó.
Juan menciona que se quedaron de ver en una cafetería, donde Andrés llegó y recibió una sorpresa mayor: el tazo era una edición limitada holograma de Bugs Bunny, un ejemplar muy cotizado y raro de conseguir.
“Hoy cualquier friki pagaría una fortuna por ese tazo edición especial, que era el que en su momento me tuvo que haber salido a mí. Juan pudo venderlo pero en cambio decidió dármelo porque entendió la tristeza que sentí y como marcó mi infancia. Ojala hubiera más mexicanos honestos como Juan, eso es lo que necesita este país”, puntualizó Andrés llorando al saber que su vida por fin estaría completa.
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Por: Omar Ariel Cortes
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